martes, 3 de junio de 2008

Toca Milano

Para cada uno de los viajes que estaba haciendo, la gente de la oficina me preguntaba qué sitio tocaba ese fin de semana. Para todos y cada uno mi respuesta era básicamente la pregunta, pero en afirmativa. Uséase:

Gente: "¿Dónde toca este fin de semana?
Yo: "Toca Roma".
o
Yo: "Toca Estocolmo"

Hasta que llegué a mi viaje a Milán, que para ser más guay que nadie contesté:
Yo: "Toca Milano".
Que si lo divides en sílabas y cambias los espacios te sale una frase muy bonita, pero sólo útil en ciertas situaciones. Cada uno que elija la situación que más le guste.

Ya había estado años atras en Milán en la típica excursión de fin de curso de instituto en la que te pegas en una semana el viaje para recorrerte toda la parte norte de Italia para finalizar escupiendo el estómago en Roma. Fue un viaje muy agradable. De verdad. Pero siempre me quedé con ganas de volver a visitar las ciudades de Italia que entraban dentro del trip adolescente.
Esta fue una de las razones que me impulsó a volver a Milán. Otra fue que Héctor, el becario romano me había metido los perros en danza para ir con él a Milán, él con sus razones (2), yo con las mías. Y por supuesto, otra fue que está el gran Rubén, el becario informático de la oficina con más pompa de toda la secta ICEX y que se ha venido a convertir en el compañero de mis últimos viajes por Europa.

La visita a Milán, más que para descubrir sitios nuevos, la había enfocado en visitar los ya conocidos e intentar conocer un poco la vida que lleva la gente que está viviendo allí, los sitios que les gustan, la vida diaria, "l'aperitivo", cosas así.

Aún así, las horas de turismo no podían faltar y estuvimos visitando los sitios más emblemáticos de la ciudad.

El Duomo milanés.
Siempre que voy a visitar un sitio me gusta ver iglesias, es mi forma de hacer turismo. Me da un poco igual lo que hace la gente dentro, el dios al que recen y toda esa parafernalia. Pero desde el aspecto estructural siempre me han impresionado. Cuánta gente habrá tenido que perder los huevos para poner eso en pie. Realmente es increíble. Por eso cuando voy a un sitio que no tiene iglesia me decepciona un poco.
Si vas a Milán y no entras a ver el Duomo, te pierdes la mitad de Milán. Es un monumento impresionante, que yo ya había visto en mi anterior visita. Lo que no había hecho era subir al tejado y la experiencia fue tremenda. Cuando veo un edificio así siempre me pregunto qué habrá en los intringulis de tejados, balcones y pasadizos que se ven, pero a los que no se puede acceder. Pues en el Duomo de Milán te dejan subir y descubrir qué hay en todos esos sitios que están prohibidos en el resto de sitios. Además las vistas que se tienen de Milán también son muy buenas.


La galería Vittorio Emmanuelle.
Si gustas de techos altos, este será tu lugar de compras favorito. Se necesita una cartera bien repletita de fajos, o en su defecto una tarjeta de crédito de un plástico especial, que resista a las múltiples pasadas que serán necesarias para pagar hasta el bolso más pequeño que exista en este sitio. Si Milán es la capital de la moda internacional, entonces esta galería es el epicentro del gasto mundial en moda. Dado que nada de lo que hay dentro está a mi alcance, miro lo que hay por fuera. La estructura general de la galería es impresionante. Una entrada monstruosamente grande da paso a una galería en forma de cruz cubierta por una cristalera.

Teatro Alla Scala.
El teatro de ópera más conocido de todo el mundo.
El edificio es más o menos simple. Lo desconozco por dentro porque no pudimos entrar a visitarlo, una pena. No entiendo por qué tenía que haber una representación justo cuando yo quería verlo. Falta de respeto.

L'aperitivo
Normalmente no tengo fotos de las veces que salgo por ahí a tomarme unas copas con la gente. Esto es porque tengo mucho aprecio a mi cámara de fotos (que me costó una pasta), y no quiero que me la destroce nadie, o en su defecto yo mismo.
Esto lo cuento porque no tengo fotos de l'aperitivo, sin duda una de las cosas más divertidas que tienen los italianos. Básicamente se trata de ir a cenar y ponerte hasta arriba de comida por un precio fijo, o sea, un self service de comida. La gracia está en que se hace como merienda-cena y tomándose uno una copichuela de acompañamiento, con lo cual estás con los amiguetes tomándote una copa y comiendo hasta jartarte hasta bien entrada la noche en un sitio de copas.

La oficina comercial de Milán.
Frío pero intenso. La oficina con más pompa de toda la red exterior. La decoración interior parece sacada de una revista de interiorismo fashion. Despachos completamente de cristal oscuro, puntos de luz repartidos por toda la oficina (fundamental), mesas y sillas de diseño último modelo. Estéticamente es casi perfecta. En su utilidad deja algo que desear. Pero muchas veces ocurre que estética y utilidad están relacionadas de forma inversa.

En resumen, el fin de semana en la città della moda fue breve, pero intenso.

Agradecimientos a nuestro espónsor africano de este fin de semana. Muchas gracias Rubén.

2 comentarios:

A las 6 de junio de 2008, 0:57 , Blogger Unknown ha dicho...

Africano tu abuelo, cabrón!! xDDD
Ya sabes que cuando te quieras volver tienes las puertas... cerradas!! jajajaja Es coña :)

Nos vemos en Budapest!

 
A las 9 de junio de 2008, 2:28 , Blogger Isabel ha dicho...

Aquí la compañera de tres despachos más abajo, reportándose, que luego no te crees que me leo tu blos. :-)

 

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