El Áaaaarticoooooo!!!!.... Uuuuhhhh!!!! Qué fríiiiioooo!!!
(Interprétese a lo Chanante)
El Ártico es todo lo que hay por encima del paralelo del
Círculo polar ártico, cosa que seguro la mayoría no sabríais. Seguro que no, ya ves.
Pues como iba comentando en la entrada anterior, después de mi fugaz paso por Estocolmo llegó el tan esperado viaje al Ártico.
El lugar hasta el que nos iban a llevar nuestras ansias de aventuras se llama
Abisko, un pueblo del norte de Suecia, a unos 300 km al norte del Círculo Polar Ártico. O sea, donde Cristo perdió las sandalias. Y lo digo de primera mano, porque nos las encontramos allí, congeladas e intactas y ponía Cristo
® en la suela.
Pues la forma más fácil de llegar a Abisko es por Kiruna, que es la ciudad grande más cercana. Y, ¿por qué es mundialmente conocida Kiruna en el mundo entero? Pues porque es la ciudad donde se construye el mundialmente conocido
Hotel de hielo. Y la forma más fácil de llegar a Kiruna es donando medio riñón para pagarte el vuelo desde Estocolmo. Tampoco se nota tanto, el riñon y medio restantes hacen bien su trabajo.
Una de las principales razones por las que nos decidimos a ir al Ártico es porque desde allí es desde donde más fácil se ve la
Aurora Boreal o Nordlights (in english). En ocasiones incluso se ha llegado a ver desde el propio Estocolmo, pero solamente en años en los que la incidencia de masas solares sobre la Tierra es mayor. La cosa es que durante los días anteriores a nuestro viaje, el observatorio que hay en Abisko había registrado una considerable actividad de Aurora Boreal y estábamos muy ilusionados por ver un fenómeno que no muchas personas conocen en su propia piel.
Una vez llegados a Kiruna y con nuestra nueve plazas cargada en los lomos, iniciamos el viaje hacia Abisko y cuando llevábamos contados 49 elefantes tuvimos que parar el coche, porque una de nuestras tan esperadas amigas hizo acto de aparición. En ese mismo momento pasamos a formar parte del elitista número de personas que han visto la Aurora Boreal.
La primera vez que lo ves piensas en cuál será el momento en el que va a estar más brillante o más definida. Pues cuando te quieres dar cuenta, ya se ha ido. Y es que la Aurora Boreal es como los ojos del Guadiana, que lo mismo los ves que no los ves.
Reiniciamos el viaje y no paró de aparecer y desaparecer durante todo el trayecto. Al llegar a nuestro destino decidimos hacer parada e intentar hacernos una foto con tan tremenda compañera. Míticas fotos de 16 segundos sin moverse para no salir uno borroso...
Uno de los capítulos interesantes del viaje ocurrió esa misma noche cuando, tras aposentarnos en nuestra lujosa estancia (a mí me tocó cama de arriba), el recepcionista del hostel nos preguntó si queríamos darnos un baño en la sauna. Pues 3 dijimos que sí, por qué no. Relajante para rematar un día de viaje. Nos encaminamos a la sauna portando sólamente una toalla y cuál es nuestra sorpresa al ver que en la sauna teníamos compañía, y femenina, y brasileña. E igual de vestida que nosotros. Y qué podemos hacer? Pues hablar, claro. Y así estuvimos un par de horas, hablando, con el culo al aire. Y menudo paisaje. Doy fe de lo que se dice sobre el paisaje brasileño.
Al día siguiente, por decirlo de alguna manera porque fue 5 horas después, nos levantamos prontito porque íbamos a tener la primera de nuestras actividades en el Ártico: conducción de trineo de perros! Hacía mucho tiempo que no hacía algo con lo que me divirtiera tanto. Y es que la actividad comprendía absolutamente todo, desde coger a los perros de sus jaulas, ponerles el arnés, como atarles a los trineos cada uno en su posición correcta.
¿Posición correcta? Sí, posición correcta. Para los lectores de este blog que no se hayan leído "La llamada de lo salvaje" de Jack London, ya les aclaro yo que de los perros que se enganchan a un trineo, uno de ellos es el guía y siempre se coloca en la posición delantera, para que el resto puedan seguirle. Además les recomiendo que dejen de leer este blog y empiecen a leer ese libro, que es literatura de verdad, coñe.
Bueno, tras hacerme autopublicidad destructiva continúo con mi relato.
Cuando ya teníamos completamente montado nuestro trineo, y digo nuestro porque cada una de las 11 personas que participamos en la actividad teníamos nuestro propio trineo, comenzamos el circuito propiamente dicho. 2 horas y media de diversión en las que había bajadas y subidas (yo alguna vez noté que mi trineo se despegaba del suelo) y en el que me dí cuenta de que los perros que me habían tocado en gracia tiraban del trineo como locos. Mis perros eran los más bonitos, los más grandes y los más fuertes (autocomplacencia, hombre). Y al finalizar entramos en una nueva lista, también muy elitista, de personas que han montado en trineo de perros en el mundo. Ains.
Teníamos en mente otra actividad con motos de nieve, pero no había la cantidad de nieve suficiente para poder realizarla.
El resto del día lo dedicamos a visitar la zona, ya que Abisko se encuentra dentro del
Parque Nacinal de Abisko, como su propio nombre indica. Al lado del pueblo había un cañón que estaba absolutamente congelado y por el cual discurría, con muchas dificultades, un riachuelo de aguas totalmente cristalinas. A los lados complejas estructuras de hielo. No pudimos resistir la tentación de ver de cerca estas estructuras y arriesgamos nuestras vidas para poder acercarnos. Cuando llegamos al fondo del cañón todavía nos esperaba lo mejor. Una cascada de agua completamente congelada, en la que nos pudimos sentar a conversar sobre lo buena que se había quedado la tarde. En vez de tener 18 grados bajo cero, tendríamos 17.
Y es que esa era otra, para enfríar las bebidas, las dejábamos en la puerta. Pero con cuidado de no dejarlas mucho tiempo, ya que podíamos recoger cubitos de coca cola.
Otra actividad que hicimos fue esquí de fondo. Hay que ver lo cansado que es esto. Además era la primera vez que mis pies calzaban unos esquís. Y como un pato, oiga. Media travesía quejándonos de que este tipo de esquí sólo era para atletas de alta competición hasta que nos adelantó a toda ostia una vieja. Y sonriendo, mire usté. A partir de ahí sacamos pecho y ni una queja más, por lo menos en alto. Lo más divertido eran las bajadas, que se cogía hasta velocidad. Pose de salto de esquí y a correr. Lo has clavado machote. Nos hicimos 4 km y medio. Yo los recuerdo como 10 ó 15. Espero que no nos dijeran 4 millas y media.
Por la noche sauna, pero esta vez sin brasileñas y a ver la aurora boreal, que esta noche se dejó ver mucho menos. Lo realmente divertido de esta noche fue que, dado el hecho de que íbamos a estar varias horas a la intemperie con -17 grados, habíamos llevado un par de botellas de whisky y nos las intentamos meter pal cuerpo antes de que se nos congelara la coca cola. Uno no estaba con cuerpo de dar calor a una botella de coca cola. Resultado: cogorza. Y cuando todas las nubes del mundo habían cubierto el cielo, abandonamos las esperanzas de ver a la amiga Aurora y nos bajamos en trineo al hostel. Según bajábamos se nos ocurrió tirarnos en trineo por una cuesta, y luego por otra y luego por otra, y así hasta 3 horas. Risas mil. Claro, de ahí a subirse en una excavadora había nada más un paso, si no que se lo pregunten a
Adolfo, la persona con mayor calor corporal de todo el Ártico a esas horas. Apuesto todo mi patrimonio.
Al día siguiente llegó lo malo, ya era domingo y había que recogerse. Los ICEX de Estocolmo salían a su destino más tarde e iban a visitar el Hotel de Hielo, pero un servidor se tenía que marchar ya mismo para tierras germanas.
Sólo de pensar en Alemania me entraba agobio del calor.